El duelo, es un tema muy demandado entre los profesionales de la Salud Mental. No obstante, es poco conocido y con varios mitos alrededor de él. Por ello, me ha motivado a escribir sobre esto y sobre mi forma de verlo, a través de lo vivido profesionalmente, y quizás más importante, de lo vivido personalmente.
El duelo implica cualquier tipo de pérdida que una persona sufre.
Nos referimos a duelo cuando hablamos de la pérdida de una relación familiar, de amistad, de pareja, de trabajo, de cuidad o de entorno en el cual se vive, por supuesto, cuando hablamos de la muerte de un ser querido, o de un pequeño ser en crecimiento, lo que conocemos como duelo perinatal, que es aquel que sufrimos las parejas mientras estamos esperando un bebé o cuando esté tiene a penas unos días.
También hablamos de duelo cuando alguien a quien queremos va perdiendo su esencia, debido, por ejemplo, a alguna enfermedad neurodegenerativa, o cuando vamos cambiando de etapa evolutiva y a las consecuencias que eso implica, como cuando las mujeres entran en la etapa de la menopausia, o como no, la pérdida de la salud cuando se desencadena algún tipo de enfermedad o dolencia.
Además, existen situaciones que del mismo modo, generan duelo, y es un duelo de lo que podría o debería haber sido y no es, como la no protección, cuidado o regulación por parte de figuras de apego durante las primeras etapas de la vida.
Mirándolo así, el duelo está en prácticamente las historias de gran parte de nosotros. Sin embargo, cada una de estas situaciones, requieren de un trabajo y/o abordaje particular y el acompañamiento en cada caso es distinto.
Algo a tener en cuenta en los procesos de duelo son los recursos previos de la persona, la red de apoyo, y “su historia de duelos”, es decir, es imprescindible comprender cuantos, y que tipo de duelos ha experimentado la persona y si estos están procesados o no, para poder trabajar con ellos, aunque siempre empezaremos por el actual.
Las personas en duelo vamos a tener mucho, muchísimo dolor, un dolor que requerirá sobretodo acompañamiento y sostén por parte del terapeuta y también, de las personas cercanas.
Esto de acompañamiento y sostén parece sencillo, pero no lo es en absoluto, pues requiere de ciertos recursos y habilidades socioemocionales por parte de las personas cercanas, como capacidad de escucha activa y sostén de emociones en grado de intensidad muy elevada.
Y esto, es justo lo que explico a los familiares, profesionales o personas cercanas a la persona en duelo cuando me preguntan que tienen que hacer; SOSTENER, ACOMPAÑAR Y ESTAR AHÍ, y a veces, hay que entrenar el poder hacer eso, y aprender a hacer una pregunta fundamental; ¿QUÉ NECESITAS?
Durante el proceso terapéutico, ayudaremos a que la persona poco a poco vaya “soltando dolor”, y poco a poco la iremos ayudando a que lo vaya procesando y transformando, porque eso es justamente lo que se hace, EL DOLOR SE TRANSFORMA Y CICATRIZA para ayudar a que las personas puedan vivir con él de una forma adaptativa y funcional.