La memoria emocional implica el aprendizaje, el almacenamiento, el recuerdo de las emociones y las sensaciones físicas de una vivencia.
Cuando vivimos una situación nuestro cerebro no sólo se queda con imágenes, sino también, con las emociones y las sensaciones físicas que se produjeron simultáneamente durante esa situación, de hecho, la intensidad y la relevancia emocional ayuda a que esa información se guarde a largo plazo.
Conocer esto es fundamental, ya que en ocasiones puede que la memoria emocional de un hecho siga existiendo sin que haya recuerdos explícitos de los hechos, ya que el sustrato neurbiológico de la memoria emocional y de la memoria explícita es diferente. Así, puedo sentir miedo, incluso pánico ante estímulos y situaciones, sin que sepamos por qué, o mejor dicho, sin que recordemos por qué.
Desde la perspectiva evolucionista se dice que la memoria emocional se desarrolló porque aumentaba nuestra capacidad de adaptación al entorno, permitiéndonos reaccionar de forma rápida, automática e inconsciente ante situaciones que podían implicar un peligro para la supervivencia.
La estructura del cerebro que se encarga de realizar los procesos de memoria y que facilita el recuerdo es el hipocampo. Esta región forma parte del llamado cerebro emocional o sistema límbico. Por otro lado, la estructura cerebral que se encarga de dar lugar a las respuestas emocionales es la amígdala, situada en la misma zona.
Ambas estructuras (amígdala e hipocampo) se encuentran constantemente conectadas, aunque el hipocampo también puede actuar sin la participación de la amígdala.
De este modo, cuando las personas realizan una actividad neutral (como por ejemplo, leer un libro), el hipocampo se encarga de construir el recuerdo sin participación de la amígdala. Esta última se activa cuando hay información emocional que guardar, es más, cuando es así, se activa en primer lugar y es la encargada de pasar la información al hipocampo para que la almacene.
Así, cuando una persona recuerda un evento traumático, experimenta de forma inmediata las emociones asociadas con ese suceso.
Los recuerdos pueden provocar respuestas emocionales y de la misma forma, experimentar emociones puede modificar la formación de los recuerdos.