Se entiende por trauma preverbal a todas las heridas psicológicas que se producen antes de que el niño tenga lenguaje. Abarca todo lo ocurrido desde el útero materno hasta el año o año y medio de vida, por lo tanto, se acoge a todo lo que en ese período pueda suceder.
El cerebro del bebé que nace, registra y retiene a nivel somático todo gracias a un tipo de memoria que se denomina memoria implícita. Esto sucede porque las estructuras encargadas de este tipo de memoria están perfectamente maduras desde el final del embarazo, ya que, están ligadas a la supervivencia.
Por tanto, el cuerpo del bebé es capaz de guardar fuertemente el momento del parto, la sensación después de esté, las caricias y la mirada de su madre, etc.
La contrapartida a esta maravilla de sensibilidad es que, además de registrar todas estas bonitas sensaciones, también registra otras emociones como la tristeza o el miedo.
Una de las experiencias más comunes y que pueden generar un trauma preverbal, es cuando a un bebé lo separan de su madre nada más nacer o que haya pasado por un parto complicado. En esos momentos siente un nivel de estrés tan elevado que necesita ser calmado y atendido. Si esto no sucede, el miedo queda grabado en su cuerpo, como atrapado. En psicología perinatal entendemos estos síntomas como el síndrome de estrés postraumático en el bebé, síndrome que como comenté en el apartado anterior , “no se va con el tiempo”.
La forma en la cual puede manifestarse este síndrome en los bebés es llorando desconsoladamente a pesar de que sus madres les toman en brazos todo el tiempo, como si necesitaran desahogar su dolor y nos estuvieran diciendo “necesito que me calmes”. También pueden mostrar problemas para dormir, para comer, y excesiva sensibilidad, por ejemplo, a los ruidos. Estos síntomas ponen de manifiesto una alta reactividad en ese pequeño cuerpo que requiere ser estabilizada.
Es fundamental comprender que ese pequeño pasó mucho miedo y que puede que aún lo tenga, y por tanto, necesita ser escuchado, acompañado y acogido. Al fin y al cabo, como siempre intento transmitir en consulta, el niño más irritado, más sensible, más inquieto y/o más nervioso, es el que más te necesita.