Mala conducta en el aula

Antes de saber qué herramientas utilizar y cómo aplicarlas en el aula cuando un chico/a tiene un comportamiento inadecuado, la primera pregunta que los docentes han de hacerse es ¿por qué se comportará de ese modo?, ya que sin entender el por qué, no se aplicarán las herramientas adecuadas. No obstante, además de saber qué hacer y cómo hacerlo, es fundamental tener en cuenta para qué lo hago, es decir, cual es el objetivo de aplicar esa herramienta, además de evaluar la efectividad de ella.

Por tanto, dentro de la educación, el esquema que ha de seguirse es: por qué, qué, cómo y para qué.

En niños y adolescentes los problemas de conducta pueden deberse principalmente a dos causas:

• Malestar emocional, que en la mayoría de los casos se debe a un ambiente familiar y/o social conflictivo (manifiesto o encubierto) lo cual ha provocado que no haya aprendido estrategias adecuadas para regular sus emociones, y por tanto, su conducta.
• Otra de las causas podrá deberse a un déficit a lo largo de la vida del chico/a de aplicación de normas y límites adecuados.

A grandes rasgos, sea cual sea la causa, aplicar herramientas que se fundamenten en el “mero castigo”, como dejarle sólo y sin recreo, que escriba 100 veces “esto no se hace”, ridiculizarle y/o describir al chico/a por el comportamiento que lleva a cabo, no sólo no mejorará su conducta, sino que puede empeorarla, y si la mejora, será una mejora temporal, no a largo plazo, ya que, el freno se deberá al miedo o al sentimiento de inutilidad, no a una reflexión.

En general, cuando se perciben estos comportamientos en los chicos/as, los docentes deben comunicarse con ellos a solas además de comunicárselo a los padres. De este modo, entre ambos, y cómo hemos mencionado, entendiendo el por qué, podrán ponerse en marcha las estrategias más adecuadas, y en la medida en que sea posible, de forma congruente, es decir, en ambos contextos (familia y escuela las mismas).

Cada vez más en las aulas se comienza a otorgar mayor relevancia al papel de las emociones y al entrenamiento de las mismas. Para prevenir y disminuir este tipo de comportamientos, las dinámicas grupales en las que se trabajen el reconocimiento y la gestión de las emociones propias y ajenas mejoran sustancialmente los comportamientos inadecuados, ya que, sea cual sea la causa, todo comienza por la regulación emocional, qué es, cómo yo siempre digo, “la base de la casa, sobre lo que se sustenta todo lo demás”.