Durante esta situación que estamos viviendo actualmente con el coronavirus, es fundamental ayudar a los niños a gestionar el malestar que sientan o que puedan llegar a sentir.
Para ello, comparto las pautas que propone la Asociación EMDR España para ayudar a los niños en los que podamos observar indicadores de malestar psicológico y también para prevenirlo:
- Decir la verdad ateniéndose a los hechos. No tratar de hacer como que el evento no ha ocurrido, ni tratar de minimizarlo. Los niños son observadores atentos y se preocuparan más si perciben incongruencias. No hablar mucho sobre la dimensión o la magnitud del accidente, en particular con los niños más pequeños.
- Usar palabras simples y adecuadas a la edad; no sobreexponerlos a detalles traumáticos y dejar mucho espacio a las preguntas. Si tiene problemas para responder a una pregunta, se puede tomar tiempo diciendo: “Mamá no lo sabe, se va a informar y cuando tenga informaciones más específicas te lo explicará todo bien, ¿ok?”.
- Mostrar a los niños que ahora se encuentran seguros y que también los demás adultos importantes en sus vidas lo están. Tener presente las informaciones que se deben dar, siempre ateniéndose a la realidad y a la verdad de los hechos.
- Recordar que existen personas de confianza que se están ocupando de resolver las consecuencias del evento y que están trabajando para asegurarse que no ocurran más problemas de este tipo (“¿Viste cuantos médicos están interviniendo? Son personas muy buenas que saben ayudar a los grandes y a los niños que están en apuros”).
- Demostrar una actitud de disponibilidad, cercanía física y tratar de hablar con voz tranquilizante.
- Contarles a los niños que sentirse consternados, tener miedo o estar preocupados es normal. Explicar que todos los sentimientos están bien (normalización y validación de las reacciones).
- No negar los propios sentimientos, explicarles que es normal, que también los adultos tenemos reacciones emocionales después de un evento tan inesperado y que todas las reacciones son normales y manejables. El malestar no es la expresión de las emociones, sino su abolición. De esta manera los niños tendrán un modelo de referencia, aprenderán que pueden confiar en ustedes y que podrían comunicarles sus estados emocionales.
- Dejar hablar a los niños de sus propios sentimientos, tranquilizarles diciendo que aunque todo aparece feo, juntos las cosas se pueden afrontar.
- Si el niño tiene crisis de rabia, expresar con palabras los motivos de la rabia. Esto puede ayudarle a adquirir mayor control y aprender a regularla (estás enfadado? Sabes que mamá también está muy enfadada?).
- Si el niño manifiesta sentimientos de culpa, es importante tranquilizarlo diciéndole que él es completamente ajeno a las causas de estos eventos (no es tu culpa si…)
- No usar frases como: “sé como te sientes”; “podría ser peor”; “no pienses en ello”; “serás más fuerte gracias a esto”. Estas expresiones que todos los adultos utilizamos para calmarnos y para calmar pueden obstaculizar la manifestación de las emociones y de las vivencias dolorosas derivadas de un evento catastrófico.
- No actuar como si nada estuviera ocurriendo. El regreso a la rutina es importante porque da seguridad. Mejor no hacer demasiados regalos o actividades extra, volver a las propias costumbres es lo más natural y sano que se puede hacer. Hasta que esto no ocurra es necesario tranquilizar y mantener dentro de lo posible la rutina familiar.
- No dejar a los niños solos delante a la televisión o a la radio. Las personas expuestas tienen una necesidad natural de dar un significado a los hechos y por esto pasan mucho tiempo buscando noticias en la televisión, en la radio o internet. Es importante que a los niños nunca se les deje solos cuando se transmiten en televisión programas o noticias sobre el evento. No hay que negar la posibilidad de ver las noticias, podemos elegir un momento durante el día o 10 minutos para mirarlas juntos (seleccionando primero las noticias). Deberíamos estar cerca y explicar exactamente lo que están escuchando y las imágenes que están viendo. Concentrar la atención en los detalles más tranquilizadores (por ejemplo, los médicos que están ayudando) y dar enseguida todo el tiempo necesario para que el niño pueda hacer preguntas.