El rendimiento escolar hace referencia a la evaluación del conocimiento adquirido en el ámbito escolar. Entendemos por un buen rendimiento académico el que un alumno obtenga calificaciones positivas en los exámenes que debe rendir a lo largo de un curso.
Las causas por las que un niño o adolescente puede tener un bajo rendimiento escolar pueden ser muy variadas, siendo las más visibles y evidentes aquellas que se deben a la presencia de alteraciones en el neurodesarrollo (discapacidad intelectual, TDAH, trastornos específicos del aprendizaje…). No obstante, además de éstas, el bajo rendimiento también puede deberse a alteraciones sensoriales (problemas de visión o de audición), a que determinadas necesidades básicas como el sueño, la alimentación o el ejercicio físico no estén cubiertas adecuadamente, a que exista algún otro tipo de alteración neurológica como la epilepsia, trastornos de apego, problemas sociales o familiares, etc.
Por otro lado, una vez que hemos mencionado de algunos de los factores que pueden estar detrás del bajo rendimiento escolar, se expondrán los aspectos implicados en dicho rendimiento:
Cabe destacar que cuando los seres humanos nos exponemos a información novedosa las áreas del cerebro que se activan son aquellas que están situadas en nuestro hemisferio derecho, hemisferio cuyas funciones tienen que ver con la intuición, la creatividad y lo emocional. Para que se activen dichas áreas necesitamos que se active la motivación y la emoción, por lo que, así me motivo y me emociono, así estaré en posición de atender a la información y retenerla.
Por último, en presencia de alteraciones del neurodesarrollo y/o problemas sensoriales, los aspectos mencionados podrán empeorar o mejorar en gran medida dichas dificultades de base.